CONTAMINACIÓN LUMÍNICA

 


En una noche de hace más de 20.000 años, bajo una oscuridad abismal, Otzi contempla el cielo estrellado de finales de primavera. Su mente de hombre de Cromañon es incapaz de aportarle una
explicación racional a esa visión cósmica, así que se limita a disfrutarla y a fabular imaginando historias. Con el tiempo, no obstante, aprenderá a reconocer patrones, a advertir señales periódicas que van apareciendo a lo largo del año, permitiendo a los primeros humanos predecir acontecimientos importantes para su supervivencia. Aquella noche milenaria Otzi se acostó en su chozuela entendiendo que la aparición en el cielo nocturno de esa ristra de estrellas con forma de cola de escorpión, igual que el año anterior, anunciaban el comienzo del verano y del buen tiempo, los días tendrían más luz, se produciría la maduración de frutos silvestres y la llegada a las praderas de las manadas de cérvidos. Otzi, sin saberlo, empezó a medir el tiempo con las estrellas. El cielo nocturno fue nuestro primer calendario.



Debido a la creciente contaminación lumínica que viven las ciudades y a la consecuente pérdida de visión de los cielos estrellados, asistimos desde hace unos años a intentos por preservar el cielo por parte de algunos países y colectivos.

La importancia del firmamento para las civilizaciones que han poblado la Tierra desde la Antigüedad , como instrumento generador de la cultura de éstas, es uno de los valores que han llevado a pedir a la UNESCO la declaración del cielo Patrimonio de la Humanidad con lo que se podría realizar una protección efectiva de éste.

Uno de los primeros intentos fue el de Chile con la intención de declarar su cielo Patrimonio de la Humanidad , iniciativa que ha servido de modelo a otras como la llevada a cabo por el Grupo Urania de Valencia (España), que en 2002 pidió la declaración de su cielo Bien de Interés Cultural y más recientemente a grupos como Celfosc, la iniciativa Starlight, etc, que han aunado esfuerzos para pedir a la UNESCO la declaración del firmamento como un bien Patrimonio de la Humanidad del que todos tenemos derecho a disfrutar libremente.

Esta declaración conllevaría la reducción de la contaminación lumínica de las ciudades con la implantación de luminarias de un nivel moderado, la creación de espacios dedicados a la contemplación de las estrellas que estarían relacionados con las reservas de la biosfera, los parques naturales, los observatorios astronómicos..., la conservación del patrimonio material relacionado con la astronomía y la creación de rutas de las estrellas como medio de difusión y conocimiento de la bóveda celeste, además de medio generador de un turismo sostenible.

Si finalmente se consigue, constituiría una de las declaraciones más singulares que se han realizado hasta ahora, pues supondría la declaración de un bien que pertenece a toda la humanidad, sin estar adscrito a ningún país y cuyo disfrute es cotidiano.do a la creciente contaminación lumínica que viven las ciudades y a la consecuente pérdida de visión de los cielos estrellados, asistimos desde hace unos años a intentos por preservar el cielo por parte de algunos países y colectivos.

Fuentes: ideasmedioambientales.com

               OPHE

Proyecto de ley de Protección Lumínica en la Comunitat Valenciana

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https://www.youtube.com/watch?v=ldEM0GeFmts


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